ANTECEDENTES
El atentado a las torres gemelas de Nueva York, ha despertado conciencias y motivado intelectos, ríos de tinta, ideas, y sentimientos han corrido a partir del 11 de septiembre de 2001. La opinión pública occidental, al parecer, comienza a tomar con más seriedad el fenómeno de la violencia étnica y religiosa y a cuestionar el porqué de las afrentas entre los pueblos. Por sobre todo, se muestra admirada por ese inefable defecto humano: la destructividad.
Es común entre los científicos sociales, ignorar el componente biológico de la conducta de las personas. Inquirir exclusivamente desde el punto de vista sociológico sobre el origen de las acciones cotidianas implica una negación de la dimensión orgánica de las personas, en tanto que ésta es también humana. En décadas recientes las ciencias que se ocupan del estudio del comportamiento humano han venido dejando atrás la estrechez de los modelos unidisciplinarios al tratar de entender cuestiones tan complejas como la conducta y sus motivaciones. Entre otros factores, han hecho un especial énfasis en los aspectos biológicos1,2. Esta tendencia no es gratuita. El avance en la investigación en caminos como la genética, el incremento en los descubrimientos del funcionamiento del sistema nervioso y sus interrelaciones con los procesos bioquímicos del organismo, permiten a la comunidad científica conocer con más amplitud y profundidad fenómenos que anteriormente eran observados parcialmente, desde una sola perspectiva3.
Hoy el desarrollo del conocimiento en disciplinas como la psiquiatría médica, las ciencias políticas, la antropología simbólica y otros, nos permiten entender mejor fenómenos complejos.
En particular, la psicología ha tenido que cuestionarse su objetividad científica. Esta problemática epistemológica le ha empujado a valerse de otras ciencias que den sustento a sus constructos teóricos. Tal es el caso del cognocitivismo. La fenomenología política a su vez, queriéndolo o no, tuvo que aceptar que por sobre todo, las entidades políticas se componen de seres pensantes. Y el pensamiento así como las emociones, las percepciones, las sensaciones, etc., serán después de todo procesos que tendrán que ver con la cognoscencia, y ésta a su vez remite a situaciones intrínsecas y complicadas como es la neurobioquímica, es decir, los procesos químicos del cerebro y del sistema nervioso que tienen incidencia en el pensar, el sentir, el no sentir, el actuar.
1 Por ejemplo, Stein M, Keller SE, Schleifer SJ. Stress and immunmodulation: the role of depression and neuroendocrine function. J Immunol, 1985; 135: 827s-833s.
2 Boyce TW, Barr RG, Zeltzer LK. Temperament and the Psychobiology of Childhood Stress. Pediatrics, 1992; 90 (3): 483-86.3 Southwick SM, et al. Psychobiologic Research in Post-TraumaticStress Disorder. Psychiatr Clin North Am, 1994; 17(2): 251-264.
La ciencia, pues, no deja lugar a dudas. El ser político está relacionado inexorablemente con esta forma de introyección de las cosas, con esta forma de actuar y reaccionar ante eventos impredecibles.
Fenómenos sociales como el terrorismo requieren ser explicados entonces desde un conjunto de premisas que involucran tanto a la neurona como al índice inflacionario, a los neurotransmisores como la globalización y la identidad étnica.
DE LO CONDUCTUAL A LO COGNOSCITIVO
La psicología en su afán de validarse como ciencia, se adhiere al pensamiento filosófico de su época, es decir, al positivismo científico. Esto le obliga a desechar lo subjetivo e intenta objetivizar los fenómenos psíquicos a los que se enfrenta. De tal forma, que desde los estudios de Pavlov sobre el reflejo condicionado, el empirismo científico y la etología, se plantea a la conducta como el principal y único objeto de su estudio. Durante el período histórico de su lucha por el reconocimiento del stablisment científico, la psicología llegó al extremo de desconocer descubrimientos tan importantes como el inconsciente, considerándolo falso y acientífico. Este reduccionismo obligó al conductismo a replegarse y limitarse en su quehacer, pero así mismo, le cierra las puertas del conocimiento pleno al asumirse como disciplina poseedora del saber total en tanto a la psique se refiere. Craso error, pues conductistas tan afamados como George H. Mead, no descartan el aporte invaluable que la psicología podría proporcionar a otras ciencias, y es así que surge el llamado conductismo social.
El endeble soporte empírico del conductismo generó contradicciones. El intento por explicar lo que se producía en esa caja negra y el por qué, dio origen al advenimiento del cognocitivismo, una escuela de la psicología que opera en forma parecida a un procesador de datos, a un ordenador. Permite, a través de un modelo cuasi virtual, sustentado en la informática y apoyado por la medicina, explicar mas aún el fenómeno psíquico. Ya no era sólo el estímulo y la respuesta, sino el porqué los humanos actuaban así y en qué elementos intrínsecos se basaba su respuesta.
El cognoscitivismo vino a explicar en mucho el comportamiento social humano. No era ya el individuo motivado nada más por su propio inconsciente, no era ya sólo el objeto pasivo de un solo estímulo. Ahora era un todo que respondía a estímulos diversos por causas específicas.
IMPLICACIONES BIOLÓGICAS EN EL COMPORTAMIENTO SOCIAL
El cerebro es el órgano más especializado de la estructura humana. Cada una de sus partes tiene una función específica. La fisiología cerebral se basa en la actividad bioquímica y en la posibilidad de una plasticidad inherente. El cerebro es un órgano que se modula y produce reacciones lógicas y coherentes ante determinadas situaciones de un medio ambiente cambiante. Las condiciones sociales dirigen el camino del ser humano sólo en tanto que determinan su entorno.
A decir de Ganong (1978), las emociones tienen componentes tanto físicos como mentales. Ellas implican cognición, es decir, el darse cuenta de la sensación y usualmente de su causa; el afecto, la sensación calificada en sí; connato, el impulso para entrar en acción, y cambios físicos como la hipertensión, y la taquicardia4. El mismo Ganong (1978) considera que los fisiólogos se han dedicado al estudio de las manifestaciones físicas de los estados emocionales en tanto que los psicólogos se encargan del estudio de las emociones mismas5, sin embargo, la coincidencia entre la medicina y la psicología se da en el hipotálamo y el sistema límbico, pues son éstas las estructuras comprometidas tanto en la expresión emocional como en la génesis de las mismas.
El sistema límbico se refiere a lo que anteriormente se denominaba en anatomía como rinencéfalo. Se ha determinado ya que sólo una pequeña porción de esta parte del encéfalo está directamente encargada del olfato. De acuerdo a diversas investigaciones, que además de su papel en la olfación, el sistema límbico está encargado de la conducta alimentaria y junto con el hipotálamo también regula la conducta sexual y emociones como la ira y el temor. También incide en la motivación, entre otras funciones. El hipotálamo por su parte, es la porción del extremo anterior del diencéfalo, está dividido en núcleos y áreas nucleares y junto con el sistema límbico funciona como una unidad que regula la conducta emocional e instintiva6.
Por otro lado, existen mecanismos químicos cerebrales que facilitan la neurotransmisión de los impulsos nerviosos y que inciden en las características de la emoción, los afectos y las percepciones, entre otros procesos cognoscitivos. Estos mecanismos bioquímicos endógenos han permitido explicar diferentes estados psicopatológicos y por ende su manejo y tratamiento7.
La interacción de lo psicológico, de lo social, y de lo biológico, da explicación a la conducta humana, no hay otra forma científica de considerarla. Pretender tipificar unidisciplinariamente constituye un reduccionismo craso, explicable solamente por la ignorancia, el prejuicio filosófico a la verdad intelectual, y la arrogancia. Los procesos sociopolíticos hoy en día, se estudian desde esta perspectiva holística, integradora de conocimiento8.
4 Ganong W. Fisiología Médica. México: Manual Moderno, 1978: 204.
5 Ídem.
6 Ibíd. p. 186.7 Tomb DA. The Phenomenology of Post-Traumatic Stress Disorder. Psychiatr Clin North Am, 1994; 17 (2): 237-250.
8 Kulinski JH. Citizens and Politics. Perspectives from Political Psychology. New York: Cambridge University Press, 2001.
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