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Antigua Asia Menor. Ver mapa más grande

Asia Menor. Península de Asia occidental, situada entre el mar Negro y el Mediterráneo, llamada antiguamente Anatolia. Por el E su estructura alcanza hasta el Éufrates; su litoral O es vecino del archipiélago Egeo y al NO la separan de Europa los Dardanelos, el mar de Mármara y el Bósforo. Tiene 750 000 km2 y forma una vasta meseta de 600 a 1 000 m de altura con zonas montañosas al N y al S. Políticamente pertenece a Turquía.
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Welcome to Twig QUMRÁN: "! Bienvenido a QUMRÁN.Orar a Alah, Yahvé Jehová,por el respeto por las diferencias y la paz en el mundo. Por la misericordia bondad de Dios y fe..“Un gran hombre demuestra su grandeza por el modo en que trata a los que son o tienen menos que él”..¡.. "Creemos en el diálogo, paciente, verdadero, razonable: diálogo para la búsqueda de la paz, y también para evitar los abismos que dividen culturas y pueblos y que preparan graves conflictos"Asìs.Es evidente que, impresionantes números de personas mueren repetidamente cuando depositan su confianza en mentiras y mentirosos. Y casi siempre los mentirosos en el poder se encuentran en situaciones difíciles como consecuencia de su gran caso omiso de los hechos,Laura Knight-Jadczyk Somos una fuente de información con formato y estilo diferente 2010. El siervo de Cristo no lo es por propia iniciativa, sino por elección de Jesús.

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Valle De Los Reyes, Egipto

miércoles, enero 28, 2009

¿Cual es la religiòn del Presidente Obama?

Sinceramente me importa poco y nada la religión del Presidente de un país, lo importante es lo que piensa de diferentes temas y lo que tiene pensado hacer.

¿Entonces me importa o no, si un Presidente asiste a una mezquita shiita financiada por Irán o si asiste a una iglesia católica tradicional?

Si es importante, porque existen marcadas diferencias entre las metodologías o corrientes de las religiones. No existe ningún problema con un musulmán que asista semanalmente a rezar a una mezquita, el problema es si desde esa mezquita se realiza una bajada de linea respecto de temas sensibles que muchas veces van contra el espíritu de dicha nación.

Apartemonos un poco del ejemplo islámico y traslademos la misma situación a una congregación cristiana, a la que asiste el precandidato Demócrata a presidente de USA, Barack Hussein Obama, la Trinity United Church of Christ. Más allá de algunas polémicas ideas sobre la superioridad “racial” negra frente a la blanca propuetstas desde esa iglesia es preocupante saber lo que piensa el líder espiritual de Barack Obama.

El Rev. Jeremiah Wright es la persona en cuestión, asesor espiritual de Obama, y simpatizante del grupo terrorista Hamas, esto queda en evidencia luego de observar la difusión en un boletín pastoral de una nota propagandistica (camuflada en una Op-ed en el LA Times) de la agrupación islamista:



Además de comparar desde esas mismas páginas la Declaración de Independencia de USA con la Carta fundacional de Hamas.

Esto no es todo, el mismo Rev. Wright afirmó que su postura sobre Israel podría hacer que Obama pierda el apoyo de votantes judíos. Su postura, aparentemente, es una muy similar a Hamas, inclusive el no reconocimiento del Estado de Israel como se puede ver en otro mensaje de Wright:

El “estado” de Israel.

En conclusión, la religión de un presidente no es importante en tanto y en cuanto su la postura religiosa no se contraponga con los valores de un país, cultura o civilización, en el caso de Barack Obama, la iglesia que asiste no parece ser un tema menor ciertos aspectos “raciales” o asuntos como el conflicto de Medio Oriente y su postura sobre Israel puede que este influenciada por una persona como Wright, de hecho no creo que alguien asista a una iglesia a la cual no se siente identificado. Barack Obama afirmó hace algunas semanas que ser pro-Israel no es necesariamente ser pro-Likud, espero que Obama no crea que ser pro-Israel sea ser pro-Balad, el partido árabe de Tibi, Zahalka y ex-partido de Azmi Bishara y Tibi, personas conocidas por espiar para Hezbollah, o asistir al funeral de uno de los asesinos más importantes de judíos de estos últimos tiempos.

martes, enero 27, 2009

La crisis de toda una concepción del mundo


Mila Dosso


“El hombre es un dios con prótesis.”

(Sigmund Freud)
El filósofo alemán Emmanuel Kant dijo que “los nudos que no puede desatar la política, los corta la ética”. A veces miramos a nuestro alrededor y nos preguntamos: ¿qué es lo que perdimos de vista?, ¿qué es lo que no supimos entrever? Y en general, no encontramos respuestas. O no queremos encontrarlas.
En su ensayo, La Resistencia, Ernesto Sábato nos señala: “A cada hora el poder del mundo se concentra y se globaliza..., continentes en la miseria junto a altos niveles tecnológicos, posibilidades de vida asombrosas a la par de millones de hombres desocupados, sin hogar, sin asistencia médica, sin educación. La masificación ha hecho estragos..., esta crisis no es la crisis del sistema capitalista como muchos imaginan: es la crisis de toda una concepción del mundo y de la vida basada en la idolatría de la técnica y en la explotación del hombre. 
Para la obtención del dinero han sido válidos todos los medios... esto parece la estampida que sigue a un terremoto donde en medio del caos cada uno saquea lo que puede”. La idolatría de la técnica ya aparece en Heidegger, cuando abre su Introducción a la metafísica con una pregunta: ¿Por qué es el ente y no más bien la nada? ¿Por qué hay esto y no nada? Es, esencialmente, la pregunta por el ser, una pregunta inquietante, y porque inquieta yace sepultada en el olvido para el hombre de la modernidad, que, para huir de la angustia existencial lo que hace es decir: Esto es lo que hay y me lo voy a apropiar, lo voy a tecnificar, lo voy a dominar y con esto voy a dominar a los otros. Cuando Heidegger dice que el hombre ha olvidado el llamado del ser y se ha consagrado al dominio, a la cosificación, a la tecnificación, está diciendo nada más que lo que vemos a diario: el hombre, valido del poder que le otorga la tecnificación, se ha consagrado a arrasar la naturaleza y a someter a los otros hombres (casi lo mismo afirmó Marx). Y cuando lo hace se siente un dios. En el malestar de la Cultura, Freud dice que “el hombre es un dios con prótesis”, y la prótesis se la entrega la técnica. 
Es así un gran dios que domina tanto que va a devastar efectivamente la tierra. Pensemos en los misiles de Bush, en Estados Unidos retirándose del Protocolo de Kioto, en la tala del Amazonas o de nuestro Impenetrable. Y desde Heidegger hacia delante, el pasaje de la dominación de las cosas a la dominación de los hombres es analizado por otros filósofos que desarrollan la teoría de la razón instrumental hasta Foucault que vincula el tema de la dominación de las cosas de Heidegger con la voluntad de poder en Nietzsche, ese poder que utiliza las herramientas de las ciencias para dominar a los otros. 
Pero sin ahondar, retomemos la certera visión de Sábato que describe nuestra propia realidad: padecemos una tragedia signada por la miseria, la postergación y, en esencia, por una marcada ausencia de los valores éticos que ponían en el centro al ser humano y que fueron reemplazados por otro tipo de valores, más utilitarios, más urgentes y subalternos.
No se trata sólo de una trampa en la que nos metieron los moldeadores del destino o los dueños del poder. También somos responsables de habernos dejado acorralar en un callejón que parece no tener salida. Desde nuestra individualidad, sumada a eso tan etéreo que suele llamarse sociedad o comunidad, hemos aportado conductas insolidarias, indolentes, indiferentes y con una cuota cada vez mayor de desmemoria.
Hemos perdido, o peor, hemos rifado malamente, en la timba de la decadencia, la dimensión ética de la vida, que es la peor forma de empobrecimiento. Y no hace falta profundizar en los grandes temas. Miremos a nuestro alrededor. Analicemos nuestras propias conductas. Nos daremos cuenta de que con urgencia debemos desarrollar y poner en práctica una cultura cotidiana de valores éticos para recomenzar casi todo, en medio del caos que abruma y suele enceguecer.
Cuando las normas de conducta abandonaron el principio aristotélico que señala que la moral más que una ciencia es un quehacer práctico, fuimos diseñando nuestro propio desquicio.
Lo público y lo privado, el modo de hacer política, el reparto equitativo de los bienes, la virtud de la justicia cívica, la valoración de los intereses en juego y hasta la justa indignación de los pueblos, deben construir su andamiaje en el marco de la dimensión ética. La marginación de vastos sectores populares, sometidos al calvario de la desventura, no sólo configura un problema social que los gobiernos deben atender. Es, en la raíz de las cosas, el caldo de cultivo de la dominación. Este es el dilema ético del presente.

La elección de Obama se ha hecho historia


Mila Dosso

 

 Barack Obama no es “ningún” Condoleezza Rice ni un Collin Powell, pero tampoco es un Martin Luther King Jr. y menos un Malcolm X. Sí, el imperio ha conseguido su representante perfecto, el que casi blinda sus acciones con su poesía y color.

 

Es cierto que la elección de Obama se ha hecho historia y ha sido un paso importante para curar los heridos profundos de la esclavitud. ¿Pero querrá y logrará torcerle el brazo a los auténticos y agraciados amos del imperio?

Nadie puede negar el momento histórico que vive los Estados Unidos de Norteamérica. Pero suena como un contrasentido –y ojalá lo sea– que una nación construida con la mano de obra de los esclavos africanos acabe de elegir su primer presidente afrodescendiente. 
Uno desearía que fuera un buen presagio que un país con una Constitución que aún mantiene su lenguaje original, que define a los negros como “tres quintos de un ser humano” –a los que les fue otorgado el voto en 1870, cinco años después de la abolición de la esclavitud y casi una centuria más tarde que la ratificación constitucional- haya tenido el coraje (¿o la desesperación?) de votar masivamente para la presidencia de la mayor potencia mundial a un hombre negro. 
Parodiando a Marx y a Engels, “un fantasma recorre todo el mundo”. Pero no es el fantasma del comunismo que anunciaba el famoso manifiesto escrito en 1848. Ahora es el fantasma de la audacia y la esperanza. En la creencia, y por qué no decirlo, en la certeza que maneja la mayoría de los seres humanos del planeta de que el capitalismo y la democracia tienen la capacidad para renovarse, aprendiendo de sus errores y manteniendo en alto el deseo de que el mundo puede ser mejor. Que sobre los excesos del presente, los errores de los contemporáneos y las fallas de las estructuras públicas y privadas, se pueden edificar las soluciones del futuro que empujen, en una dirección precisa, a favor del progreso, hacia una sociedad planetaria más humana, respetuosa de la ley y, especialmente, más fraterna y globalmente solidaria. 

Muchas preguntas y pocas respuestas 
¿Qué sucedió en Estados Unidos para llevar a cabo un cambio tan radical? 
Obama tuvo la habilidad de aprovechar un momento de desesperación dentro del pueblo de Estados Unidos y jugó sus cartas casi a la perfección. Sin hablar jamás del Black Power ni responsabilizar a los blancos por la opresión de los negros. Y menos aún comentó sobre sus propias experiencias como un hombre de raza mestiza. 
¿Cuál es entonces la atracción de Obama para las grandes masas? Precisamente la misma que Jhon o Robert Kennedy: ofrecer una “nueva”, joven y aparentemente progresista cara del Partido Demócrata, con el plus de ser un miembro de la elite afroamericana. 
Pero no se puede ignorar la política imperialista de los EE.UU. y decir que el mundo puede encaminarse a una etapa de paz, que el imperio puede humanizarse y poner fin a las guerras o el sometimiento y la humillación de naciones enteras, sólo porque el demócrata Barack Obama, parezca –o lo sea auténticamente– más bueno que su antecesor. Algo, por otra parte, no tan difícil tratándose ese predecesor nada menos que del inefable George Bush (h), un fanático paranoico, intoxicado de mesianismo, con menos luces que un bicho canasto, borracho de poder y alcohol. Y, además, un racista enamorado de la pena de muerte, sobre todo contra los negros...“esos negros” igualitos a Barack, a quien pasó la mano y dio la bienvenida con espléndidos elogios (¿?). Y, encima, misógino, como buen racista. 
Sin dudas que la política que desarrolle el novel presidente tendrá sus diferencias con la de Bush, con de un perfil más dialoguista, tendrá un discurso mas pacifista, más carismático, más simpático ante las cámaras de televisión, pero de ninguna manera cuestionará la estructura de dominación que mantiene a países como el nuestro bajo la bota imperial y al servicio de las multinacionales. 
Barack es la cara perfecta del imperio. ¿Quién mejor puede presentar una imagen simpática de una Washington decaída y destruida por los ocho años de Bush-Cheney y sus guerras sin fin? ¿Será igual de fácil para Al Qaeda u otros grupos anti-estadounidenses enfrentar a un jefe de estado moreno con nombre árabe? ¿Podrán los pueblos doblegados apuntar sus dedos a la Casa Blanca y reclamar por sus acciones agresivas, intervencionistas e imperiales? ¿Y qué pasará con el pueblo estadounidense? ¿Bajará la guardia y respirará con alivio pensando que la tormenta ya pasó y ahora está en buenas manos, y que no hay que protestar más, ni criticar más, ni reclamar cambios reales? 
El estado norteamericano tiene la función de asegurar, a nivel mundial, la explotación de los pueblos por parte sus corporaciones. Más aún en este período que le tocará administrar al nuevo presidente, donde la economía mundial está en caída libre hacia la peor crisis de la historia. 
En consecuencia, la política que desarrollará Obama será la misma: que la crisis la paguen los trabajadores y los pueblos oprimidos del mundo para que la estructura imperial se mantenga. 
Obama no es, como se lo quiere presentar, el sucesor de Luther King, un pacifista, un representante de la lucha contra la gran burguesía mundial. 
Por el contrario, grandes “nombres” del establishment norteamericano están con él: Kissinger, Colin Powell (ex canciller de Bush y general de la guerra de rapiña contra Iraq), Paul Volcker (jefe de la Reserva Federal bajo Carter y Reagan), Larry Summers y James Rubin (funcionarios de Clinton). 
Sí, el imperio ha conseguido su representante perfecto, el que casi blinda sus acciones con su poesía y color. Es cierto que la elección de Obama se ha hecho histórica y ha sido un paso importante para curar las heridas profundas de la esclavitud. Pero el imperio seguirá siendo el imperio. Retomo su frase: “A los que están fuera de Estados Unidos que nos quieren destruir, sépanlo con claridad que nosotros los derrotaremos”. 
Estremeció de miedo. Tanto como de placer ver a Bush subir al helicóptero y retirarse de la historia con millones de zapatazos sobre él. 
De igual modo, así como Gabriel García Márquez dice que existen seres con el privilegio sobrenatural de volver a los sitios de sus afectos y repetir los mismos actos de sus mejores recuerdos en los días anteriores a su muerte, nos gustaría que existiera un presidente afroamericano de Estados Unidos con el privilegio de comenzar su política exterior como si nunca hubiese existido otra. Una suerte de cancelación del pasado en el inicio de su mandato , que deje a un lado los intereses del poderosísimo complejo militar industrial y suprima las guerras de destrucción del imperio, que tanta desdicha, miseria y muerte han llevado a numerosos pueblos. 

Se termina una era del imperio norteamericano


Se termina una era donde el imperio norteamericano mostró su rostro más siniestro, durante la presidencia de Bush (hijo). Un fanático paranoico, intoxicado de mesianismo y con menos luces que una babosa; borracho de poder como antes lo fue de alcohol, fundamentalista de la derecha cristiana fascista, un racista enamorado de la pena de muerte, sobre todo contra los negros.

 


En fin, el peor presidente norteamericano de la última centuria, el que mayores tragedias desencadenó sobre su propio pueblo y el mundo entero, la contracara del homo sapiens, la encarnación del homo demens. 
Su antípoda, Barack Obama, ha ganado con claridad las elecciones en Estados Unidos, despertando el entusiasmo de millones de personas, no sólo en aquel país sino en todo el mundo. Parece claro que la base electoral que sustenta su triunfo está constituida por los sectores más explotados y discriminados de la sociedad norteamericana: las llamadas minorías, los afrodescendientes, los inmigrantes hispanos y los blancos pobres y la clase obrera, víctimas de la crisis capitalista. 
Por supuesto, como todo fenómeno político y social, la victoria de Obama tiene dos caras: por un lado, las expectativas que despertó en millones de oprimidos, que lo han convertido en su instrumento “para el cambio” al que aspiran; por otro, la esencia conservadora del establishment y del aparato del partido que lo llevó al poder. 
No puede ignorarse ninguna de ambas facetas. Enfatizar sólo la primera y olvidar la segunda, nos conduciría a crearnos falsas ilusiones sobre lo que sucederá con la política norteamericana a partir de ahora, y en los límites reales del cambio con que se manejará el presidente electo. Hacer lo contrario, es decir, olvidar el factor de las masas, su acción (el voto a Obama) y sus expectativas, conduce a un error sectario que desprecia el nivel de conciencia con sus avances y dificultades. 
Ambos factores se erigen como un hecho objetivo. Quienes creen que la obamamanía es una simple maniobra del régimen norteamericano para renovarse, vendida a través de los medios de comunicación, se ubican en esa maniquea visión de la realidad que ante cada nuevo hecho sólo ve la conspiración de una élite secreta que gobierna al mundo y le niegan cualquier crédito al enorme poder de las masas. Despreciarlas porque creen que son tontas es una actitud típica de la intelectualidad pequeño burguesa. 
Obama, que al decir de todos encarna el sueño americano y los ideales de Martin Luther King (que ojalá pudiera hacerlos realmente suyos...), es el candidato triunfador de las elecciones porque existe una crisis profunda, no sólo económica, sino también política del imperialismo norteamericano. Crisis que, obviamente, la clase dominante norteamericana no desearía, pero que incluso a ella se le presenta como un hecho objetivo, que no puede controlar e intenta maniobrar con lo que tiene. Pero ojo, también es una crisis, porque la población norteamericanas está en un proceso de ruptura y descreimiento con los políticos de Washington y sus partidos, un dato significativo que no conviene olvidar. 
El llamado sueño americano es posible analizarlo desde dos ángulos para conocer sus luces y sus sombras 
Porque ese sueño, comenzó realmente siendo una ilusión. En su esencia, quienes lo gestaron, quienes hicieron de los Estados Unidos la cuna de la democracia que alguna vez fue —por supuesto obviando el pequeño detalle en el terreno de lo racial— crearon un canto a la Libertad, y hasta se puede, conceder que en su visión más depurada, podría acercarse inclusive a una concepción ácrata y libertaria de la vida, aunque descolorida y adulterada. 
Pero hablemos de la concepción imperialista en la que finalizó el sueño americano, que más que un sueño es la mayor pesadilla terrorífica en la que el mundo se ha visto y se ve envuelto: guerras y guerras que las sucesivas administraciones americanas han llevado y llevan a cabo, arrastrando al mundo a derrumbes económicos y políticos cada vez más graves (Corea y Vietnam antes y las del Golfo, Afganistán e Iraq ahora). Los principales artífices del agotamiento de las reservas mundiales de petróleo, del disparatado precio del crudo, de los insostenibles movimientos especulativos y de las regresiones económicas de los pueblos del mundo que incrementaron el hambre, la injusticia y la miseria.
La pregunta hoy es ¿con qué sueña Obama? Según sus discursos, sueña con cambios, pero ya se sabe que los cambios llevan un axioma que dice “transformarlo todo para que nada cambie”. Y ya sabemos que una cosa es lo que se dice para ganar la presidencia y otra lo que se hace cuando se llega. Lo cierto es que el Obama electo ya ha empezado a hablar de un modo muy distinto a como hablaba cuando se postulaba. 
Ese modo innovador que ilusionó a los estadounidenses se está acercando camaleónicamente a los idearios consagrados del capitalismo. 
En fin, Obama, por mucho Obama que sea, no deja de ser lo que es: Alguien que critica las guerras basadas más en una ideología que en una amenaza real, pero que no está contra de ellas y menos contra la hegemonía estadounidense en el mundo. 
Alguien más inteligente que Bush, más alto, más guapo y más elegante, que no socavará cómo éste a líderes latinoamericanos con discursos criminalizantes, pero que, muy amablemente, seguirá entorpeciendo el desarrollo de los pueblos latinoamericanos y de los pueblos desfavorecidos del planeta porque es también capitalista y neoliberal, aunque no lo parezca . 
Alguien de la derecha moderada y centrista, más cercano a lo que se conoce como la socialdemocracia descafeinada de centro europa, que a una derecha radical y ultraconservadora representada por Bush y por Mc Cain. Pero alguien que no renunciará a su cargo de Imperator del sistema neoliberal en el que vivimos ni cambiará este capitalismo del mercado y del consumo, por un sistema sostenible y más humano. 
Además, si acaso ese fuera su sueño no lo hará simplemente porque no lo dejarán. 
¿Qué ganamos con Obama? Tal vez que los pisotones nos los den con mayor delicadeza y amabilidad, que sean más sutiles y “políticamente correctos”; pero no nos engañemos: los pisotones, son pisotones; son dolorosos después de todo; y no son ni apoyos ni regalos por más que se disfracen de ello. 
Pero no olvidemos un detalle: millones que lo votaron han descubierto que su acción es capaz de hacer cambios, y que éste es posible. 
Eso es lo importante y lo que hay que celebrar. 

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Bará.El propósito de Roberto Fonseca Murillo es dar a conocer la reseña o símbolo de los personajes tanto de la Biblia como religiosos o lideres. Con más de cincuenta Lince para ayudarlo.

Bienvenido a Bará QUMRÁN :"La Historia es una sola que se entré tejé con la económia,cultura,creencias, política y Dios la sostiene en el hueco de su mano y tú eres uno de sus dedos" Bara es el término con el cual se designa el poder verbal de Dios para crear de la nada todas los seres tanto inertes como vivos existentes en la naturaleza.Bará solo pertenese a Dios en el vocablo Hebreo, puesto que Él es el único que tiene ese poder ex-nihilo; los seres humanos solo reecrean a partir de lo creado por Dios.


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