Nieto de Abraham e hijo de Isaac, sin embargo ¡cuan diferente fue Jacob de sus ilustres antecesores! Estos se distinguieron por su amistad con Dios y por su generosidad hacia sus prójimos; Jacob, por el contrario, fue un gran enamorado del ideal, causa por la cual lucho contra Dios y también contra los hombres.Y en todas sus luchas Jacob resulto victorioso. En las contiendas con sus semejantes se inicio desde mucho antes de su nacimiento, desde el mismo vientre de su madre. Al respecto, dice la Biblia: “Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así ¿para qué vivo yo?” Enseguida se fue a consultar a Dios tan terrible problema. La respuesta del señor fue esta: “Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos hay divididos desde tus entrañas; el un pueblo será mas fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor”. El día del nacimiento, Jacob salió con la mano trabada al calcañar de Esau, su hermano, porque quería nacer primero.
Sin embargo la lucha entre Esau y Jacob no fue tan violenta como lo fue la que existió entre Caín y Abel. No lo fue porque Jacob nunca empuño armas, resultando ser un enérgico luchador intelectual. Su primera victoria fue un triunfo del cerebro que se realizo cuando Esau le vendió la progenitura. Fue este un negocio bien meditado, oportuno, efectivo. Ganada esta primera victoria se encuentra Jacob frente a una segunda trinchera. ¿Cómo obtener la bendición del padre sobre el negocio antes realizado? Para resolver este problema Jacob tomo a su madre como un soldado efectivo de tipo intelectual. Mediante una simpática treta, ante el olor de agradable guisado, Jacob arranco de labios del padre esta bendición: “ Sirvante pueblos, y naciones se inclinen a ti: sé señor de tus hermanos, y se inclinen a ti los hijos de tu madre. Malditos sean los que te maldijeren, y benditos los que bendijeren” (Génesis 27:29).
He ahí otra demostración de haber sido Jacob un luchador inteligente. Pasaron los años. Un día, ya en casa de Laban, su tío, se enamora de Raquel, admirable pastor de ganados, moza de “lindo semblante y de hermoso parecer” (Gen.29.17). Planea casarse con ella, pero encuentra que una ley de la época le prohíbe realizar este proyecto si Lea, la mayor, permanece soltera. Medito, ofreció trabajar siete años a fin de evitar las exigencias de la citada ley. Esta vez la lucha se establece entre cerebro y cerebro, porque Laban, el futuro suegro, era otro notable luchador intelectual. Laban vence a Jacob. Este se entristece, pero insiste en sus planes y promete trabajar siete años mas por la mano de su adorable Raquel. Trabajo y espero pacientemente hasta ver realizados sus planes. En otras palabras, el esperar, y trabajar mientras se espera, es asunto de estrategia en las grandes luchas de la vid
Poco después reaparece la lucha entre Laban y Jacob. Esta nueva lucha se narra en Génesis capitulo 30. Laban le prometió que los ganados de cierto color serian para Jacob, en pago de sus trabajos, y que los de otros colores serian de Laban, dueño de los rebaños. Jacob medito el asunto y tomando “varas verdes de álamo, de avellano y de castaño” descortezándolas y preparo el ambiente en forma que los ganados producían hijos al color que Jacob quería, con lo cual se enriqueció sobremanera. He ahí otro triunfo de la inteligencia, de la paciencia, del trabajo bien planeado y constante. Por razón de espacio tenemos que omitir otros episodios donde se ve la fuerza del pensamiento de Jacob en la realización de sus ideales. Sin embargo, no podemos omitir el hecho de haber muerto en Egipto, muy anciano, rodeado del cariño de aquella gran nación. Cuando Jacob fue a Egipto, llamado por José, su hijo quien a la sazón ocupaba el cargo de primer ministro en el país, se hizo respetar por todo el mundo. Tanta fue esta admiración que Faraón lo invito a palacio y platico con él.
En esta entrevista entre el gobernante egipcio y el patriarca de la inteligencia aquel le preguntó: “¿Cuántos son los días de los años de tu vida?” a lo cual Jacob contesto: “Los días de los años de mi peregrinación son ciento y treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida y no han llagado a los días de la vida de mis padres en los días de su peregrinación” (Gen. 47. 8-9). Así dijo Jacob, pero un examen de la historia de su vida nos dice que sus días no fueron breves ni malos, como él supone. Al contrario, disfruto de una larga vida, llena de victorias sobre sus adversarios (divinos y humanos) y de prosperidad en todo el sentido de la palabra. Sin embargo, se queja. Su queja es la indicación de que en el alma de Jacob había un gran sentido de inconformidad, aspiraba a lo imposible y cuando conseguía lo anhelado, se sentía decepcionado y quería más. Hay espíritus así, aspirantes, inconformes, luchadores... gracias a ellos el mundo prospera, trabaja, se mejora.
Jacob, como ya queda dicho, murió en Egipto y fue sepultado en Canaán. La Biblia dice que los egipcios lo lloraron 70 días. Esta simpatía la gano Jacob gracias a su gran espíritu de lucha. Su corazón anhelo la grandeza, su cerebro planeo las grandes batallas. Sus manos solo fueron herramientas, cubiertas con guantes de seda, para realizar los planes de su cerebro y los anhelos de su corazón. Jacob también guerreó con Dios. En Génesis 32 leemos: “Jacob siguió su camino y le salieron al encuentro Ángeles de Dios. Y dijo Jacob cuando los vio: “Campamento de Dios es este...” aquí las palabras encuentro y campamento, índice campo de batalla. En esta ocasión estos encuentros resultan muy desiguales. Antes, Jacob había luchado con hombres y los había vencido con lo más poderosa de las armas: la inteligencia. Pero ahora lucha con Ángeles enviados de Dios. La Biblia dice: “Se quedo Jacob solo; Y lucho con el un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, toco en el sitio del encaje de su muslo, y se4 descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba” (Génesis 32:24,25).
¡Pobre Jacob! Solo, herido en el muslo, sin capacidad para ponerse en pie, y luchar con el ángel, encuentra un recurso para seguir luchando. Es entonces cuando extiende la mano, agarra la capa de su adversario, lo detiene y le dice: “No te dejare si no mes bendices”. Jacob quiere que Dios lo bendiga y para reclamar este derecho pone en movimiento todo su ser. A causa de la herida fallan las piernas del soldado, pero como quedan bien las manos, las utiliza hasta ganar la victoria. En otras palabras, para realizar nuestros ideales debemos luchar con todo el cuerpo y con toda el alma, pero si alguna parte del cuerpo falla, utilicemos lo que no falla. Así la victoria será nuestra. Es entonces cuando Dios le cambia el nombre por Israel, porque “has luchado con Dios y con los hombres y has vencido”.
VIDA DE JACOB, II Parte. Hijo de Isaac y Rebeca, y hermano mellizo de Esaú. Jacob debió huir a causa de la cólera de su hermano Esaú, por haber obtenido la bendición de la primogenitura. Moró al menos 20 años en Padan aram, al servicio de Labán 14 años de los cuales los trabajó por dos de sus hijas, y luego trabajó los otros seis para conseguir ganado. Dios se manifestó a Jacob en un lugar, el que él peregrino llamó Ma ahaim en el valle de jacob un hombre estuvo luchando con Jacob hasta el amanecer, y el desconocido antes de dejarlo bendijo a Jacob diciéndole que no se llamaría más su nombre Jacob si no Israel, y Jacob puso a aquel lugar Peniel hasta entonces jacob había confiado en sus propias fuerzas, pero allí se dio que su energía no podía prevalecer contra Dios Jacob se encontró nuevamente con Esaú quien lo perdono, y nuevamente se volvieron a separar. Jacob planto sus tiendas en Siquem, luego se dirigió a Bet- el donde murió su esposa Devora viajando hacia Hebrón, su esposa Raquel dio a luz, cerca de Velen al duodécimo y último hijo de Jacob, Benjamín Raquel, la mujer a quien tanto había amado Jacob, murió en el parto. Finalmente Jacob se reunió con Isaac su padre en Mamre, Isaac murió unos 23 años mas tarde. Parece que Jacob se detuvo en Mamre 33 años porque llegó a Hebrón 10 años después de su vuelta a Palestina, murió a la edad de 147 años siendo su cuerpo embalsamado y transportado a la cueva de Macpela (Génesis 50:1-14).