Adán significa barro, barro amarillo, tierra roja, símbolo de esterilidad.
De esta tierra, por el creada, tierra amarilla, tierra estéril, Dios forma al primer hombre y le dio el nombre de Adán. Esto sucedió en los lejanos días de la creación.
Sin embargo, esta tierra amarilla, rojiza, estéril se torno en tierra fértil ante el soplo de Dios. Dice el Génesis: “Formo Dios al hombre del polvo de la tierra, y soplo en su nariz aliento de vida, y fue el hombre (Adán) un ser viviente”.
Este ser viviente estaba llamado por Dios al desarrollo de grandes misiones a través de los siglos; la primera de estas misiones fue el trabajo el hombre encontraría descanso, solaz, pan y oportunidades para contribuir al embellecimiento de lo creado. El Génesis dice: “Tomo Dios al hombre (Adán) y lo puso en el Huerto de Edén, para que lo labrar y guardase”. Labrar es oficio de campo, del agro; guardar, lo es vigilancia. Trabajar, vigilar... He ahí la primera misión que Dios le confió al hombre en los mismos albores de la creación.
Dios llamo al hombre para que fuese coronado como rey de la creación. He aquí como este ser, no importa la humildad de su origen, oyó con emoción estas palabras: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señored en los peces de la mar, en las aves de los cielos, y en las bestias que se mueven sobre la tierra”.
Adán acepto la comisión, tomo posesión de su reino. Haciendo uso de la inteligencia empezó a trabajar, a trabajar con el cerebro el hombre es un trabajador intelectual) y empezó a poner nombres a todos los seres creados.
Dios no quiso que este ser, sacado de la estéril tierra, se diese a vagar por senderos de rebeldía, y le dicto leyes, lees divinas, leyes naturales. Oíd esta Ley: “Mas del árbol de la ciencia, del bien y del mal, no comerás”. El hombre, pues quedo sometido al dulce yugo de las ordenanzas divinas. Si las quebranta sufrirá castigo. Si se somete a ellas, hallara el bien. Así ha sucedido a lo largo de la historia.
Al ver Dios que este hombre estaba solo dijo “No es bueno que el hombre este solo; le haré ayuda idónea para él. Y formo a la mujer. De esta unión nación el hogar, sitio de ideal felicidad.
Dios gozaba viendo la hermosura y perfección de todo cuanto había creado.
En ese momento entro Satanás en el escenario de la vida humana. Sedujo a la primera pareja, arrojo al hombre del paraíso, culpable de haber desobedecido la ley divina: “Del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de el comieres, ciertamente morirás”.
El hombre fue arrojado del paraíso. Fuera de los muros de la felicidad, ahora tiene que ganarse el pan con el sudor de su frente, labrando la tierra estéril de donde fue tomado.
Dios no es un actor pasivo en el drama de la vida humana. En el sacrificio de Cristo hace posible para el hombre un nuevo sendero de prosperidad, prosperidad que tiene su cúspide en el cielo. Bien lo dijo el poeta:
“Desde el polvo del suelo hasta los cielos, solo la cruz de Jesucristo alcanza”.
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