SAN PABLO EL GRAN MISIONERO VIAJERO

CORTESIA
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La predicación de Pablo y Bernabé se había limitado a Asia. El apóstol y su nuevo colaborador Silas quedaron sorprendidos al prohibirles el Espíritu Santo a que predicasen el evangelio en las provincias de Asia o Bithinia. Llegaron a comprender que el Espíritu deseaba que cruzaran el estrecho hasta Macedonia, para seguir con su evangelización hasta el occidente en el continente europeo. Este paso determino el área del
ministerio subsecuente de Pablo, y resulto ser muy importante en el desarrollo posterior del cristianismo. En definitiva la decisión fue del Espíritu Santo.

Hechos 16:11 al 18:17, trata de la propagación del evangelio en Macedonia y Acaya. Es importante el tema geográfico. Se presenta con cuidado el viaje de Pablo a Neápolis, Filipos, Tesalónica, Berea, Atenas y Corinto. En todas estas ciudades Pablo servia de “zapador” con el evangelio. Su método aun era ir primero a los judíos, y cuando estos rechazaban su mensaje, se volvía a los gentiles (véase 17:1-4; 18:4, 6).

Hechos 18:18 19:41 describe el ministerio de Pablo en Efeso. Este fue un ministerio compartido tanto con los judíos como con los griegos /19:10). Una atención especial se da a la victoria del Espíritu Santo sobre aquellos que practicaban la magia (19:13 – 20); y sobre los idolatras que adoraban a Diana (19:23-41). Estos eran indicios del triunfo progresivo del cristianismo en su camino para llegar a ser la religión universal, y por consiguiente merece espacio en el relato de Lucas.

Los capítulos 20 al 28 de los Hechos contienen principalmente materias biográficas de Pablo en sus últimos años. El tema central es: cómo Pablo llegó a Roma. Dándose cuenta de la importancia estratégica de la capital imperial, Pablo había dicho: “me será menester ver también a Roma (19:21). Muchas cosas tuvieron que suceder al apóstol antes que Lucas pudiese relatar, “Y luego vinimos a Roma” (28: 14). Todas estas cosas eran importantes a causa del lugar central que Pablo había venido a ocupar en el programa del Espíritu Santo para la conquista del mundo. Había llegado a ser preeminentemente “el apóstol a los gentiles”. Cuando por fin el misionero para las naciones gentiles hubo llegado a la capital del imperio y estuvo ahí viviendo “en su casa de alquiler, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando lo que es del Señor Jesucristo con toda su libertad, sin impedimento” (28:30,31). Entonces Lucas, el escritor inspirado del libro de los Hechos, bien pudo considerar que había terminado su escrito. Ya había relatado la historia de la obra del Espíritu Santo, empezando en Jerusalén, y luego en Judea y Samaria, y entonces hasta a lo ultimo de la tierra. Mediante el poder del Espíritu el cristianismo había progresado y estaba ya plantado firmemente en Roma.

El evangelio había sido predicado a judíos primero, y luego a samaritanos, a romanos, y a griegos. El exclusivismo judío había sido encarado y refutado. El paganismo y la superstición habían sido conquistados. El reinado del Mesías estaba llegando a ser verdaderamente universal, y hombres de muchas naciones habían sido sellados por el Espíritu Santo.