Rebeca hija de un tal Betuel y futura esposa de Isaac, él magnifico esposo y excelente jefe de hogar.
El nombre de Rebeca significa Lazo corredizo, lo cual probablemente se refiere a su belleza física cautivadora y hasta peligrosa.
La Biblia al hablar de Rebeca dice: “La doncella era un aspecto muy hermoso”. Ciertamente, la belleza física es un don sublime de Dios, sin embargo puede resultar un peligro en personas de formación espiritual poco profunda. Fray Luis de León dice al respecto: “Quien casa con mujer hermosa anda con carga de oro en tierra de salteadores”. Quizás la afirmación del ilustre místico español sea un poco exagerada, pero encierra mucha verdad.
En cuanto a Rebeca, joven hermosa como pocas en sus días tenia otras cualidades que la adoraban, siendo el trabajo una de ellas. La Biblia al hablar de esta y otras cualidades que moraban en el alma de aquella dulce joven dice: “He aquí Rebeca, la cual salía con su cántaro sobre su hombro”. ¿Una mujer hermosa con un cántaro al hombro? Para Rebeca era más importante el cuidado de su casa, el ayudar a su madre en los oficios domésticos que cuidar de su radiante hermosura física. Por eso salía con el cántaro al hombro sin avergonzarse de menester tan humilde.
La caridad era otra de las cualidades que enaltecían la personalidad de Rebeca. No le gustaba demorarse en cosas de poca utilidad pero si, sacaba el tiempo necesario para hacer el bien, cuando esto fuere necesario. Un día noto que junto al pozo familiar estaba un hombre extranjero, y junto a el unos camelos. Rebeca lo vio, pero sospecho que este hombre tenía una necesidad. Por eso lleno su cántaro, lo puso sobre su hombro y emprendió el retorno al hogar. El criado presuroso y le dijo:”Te ruego que me des a beber un poco de agua de tu cántaro”. Rebeca, antes de contestarle en forma brusca, bajo el cántaro y le dijo “Bebe señor mío”. La Biblia dice: “Se dio prisa a bajar su cántaro sobre su mano, y le dio a beber. Y cuando acabo de darle de beber, dijo: También para tus camellos sacare agua, hasta que acaben de beber. Y se dio prisa, y vació su cántaro en la pila, y corrió otra vez al pozo para sacar agua, y saco para todos sus camellos”. El historiador sagrado, al narrar este hecho dice: “El hombre estaba maravillado de ella, y callaba”. Ciertamente, ante una mujer bonita, trabajadora, seria y caritativa, el hombre queda mudo porque es incapaz de entender tanta belleza.
Es realmente sorprendente ver como Rebeca podía conciliar su apasionado amor al trabajo con su simpatía extraordinaria para servir al necesitado. Por lo general toda persona dedicada a una obra, quiere actuar solo en esto y se impacienta cuando de allí otras cosas piden sus servicios. Estas personas, si sirven lo hacen con mala voluntad, rápidamente y casi sin sonrisa en los labios. Rebeca no era de este tipo de gentes. Al contrario, corría para llevar el agua a su casa pero también se detenía para servir al prójimo. Dio agua al criado que se la pedía y también a los camellos que la necesitaban. ¡Magnifica mujer! Sin embargo esto no fue todo: El valor era otra de las grandes cualidades que adornaban el alma de Rebeca. Cuando los padres le preguntaron si quería dejar el hogar paterno y aventurarse a un largo viaje desde mesopotámia hasta Palestina, acompañada de un criado que ella no conocía, respondió: “Sí iré”. Y se fue sin temor alguno, esto gracias a su espíritu heroico, valeroso, amable y trabajador. Por fe emprendió una aventura, al fin de la cual encontró a un hombre que le amo entrañablemente. Ese hombre se llamo Isaac, él magnifico esposo y excelente jefe de hogar.
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