En la historia de la Iglesia los personajes más cercanos a Jesús
Las primeras personas que tomaron parte en la vida de Jesús son las que conocemos como santo; los Ángeles y los profetas anunciaron su llegada, Maria le dio a luz, y los que mantuvieron con el una relación cercana durante su vida entregaron sus corazones a sus enseñanzas. La gente y los acontecimientos que rodearon la vida de Jesús se han santificado; aquellos que estuvieron cerca de el fueron bendecidos por reconocer su divinidad y tomar parte de su amor y sabiduría durante su vida. Un gran número de profetas había dirigido sus palabras al pueblo hebreo durante los ciento de años que precedieron el nacimiento de Jesús: Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, grandes profetas de tiempos pasados, habían anunciado su nacimiento. Juan El Bautista, profeta que vivió en la época de Jesús, se dirigió fervorosamente a grandes multitudes, preparando el camino para Jesús y proclamando a los cuatro vientos que “el Rey de los cielos está cerca”. Todos los profetas sabían en lo más profundo de su corazón que con la llegada de Cristo comenzaría una gran revolución. Maria, la Virgen bendecida, y José, el carpintero, fueron los que trajeron a Jesús a este mundo Isabel y Zacarías fueron los padres de Juan el Bautista, que fue quien le bautizó. Todos estos santos nos hablan del amor paternal, de la devoción y de la confianza; representan la perfección y el aspecto más sublime de la fe: un corazón entregado. Con una gran carga de humildad, se ocuparon del chiquillo inocente que iba a convertirse en el nuevo Mesías. Maria Magdalena, la amiga y seguidora de Jesús, el Maestro. Maria Magdalena fue bendecida como discípula y santa, al ser la primera persona ante la que Cristo resucitado se apareció. Según la leyenda, fue ella que ungió de forma simbólica los pies de su Maestro, llevando a cabo un antiguo rito mediante el cual la bendición descendió sobre ella y prendió la llama de la devoción. SANTA MARIA, MADRE DE DIOS Quizás la más amada de todos los santos y santas, Maria, o Miriam, representa el amor y la devoción de aquellos que buscan el consuelo y la salvación a través de la Iglesia. De joven vivió en Nazaret, y fue prometida a un hombre que respondía al nombre de José. Un día se asustó al tener una visión del ángel Gabriel, quien se le apareció a la voz de: “¡Salve! El Señor esta contigo”. “Maria, no te asustes por ser escogida en el seno de Dios. He aquí que concebirás en tus entrañas y darás a luz a un niño al que deberás llamar Jesús. Será egregio, y será conocido como el Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le otorgará el trono de David, su padre, y tendrá el poder en la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.” Maria, que aún era virgen, contestó al ángel: “¿Cómo puede producirse todo esto, si no tengo relaciones con ningún hombre?”. El ángel contestó que el Espíritu Santo, en gran e insondable misterio, le haría concebir un niño, y este niño sería conocido como el hijo de Dios. SANTA ISABEL Gabriel le dijo a María que Isabel, su prima, a la que consideraban estéril, también había concebido un hijo, explicando así que no hay nada imposible para Dios. Después de que Gabriel la dejara, María fue a visitar a Isabel, y la encontró en el sexto mes de un embarazo completamente milagroso. Cuando María entró en la habitación, el niño que Isabel llevaba en sus entrañas saltó de alegría, e Isabel se vio inundada por el Espíritu Santo. “Bendita tú eres entre todas las mujeres – le dijo a Maria – y bendito es el fruto de tu vientre. Y, ¿de dónde a mí tanto bien que venga la madre de mi Señor a visitarme?”. El embarazo de Isabel fue sorprendente. Cuando Isabel se dio cuenta de que estaba embarazada, su esposo no dijo nada. Él era sacerdote, y había estado cumpliendo con su deber en el templo cuando Gabriel se le apareció y le saludó con la noticia de que él y su esposa iban a ser padres. Zacarías estaba aterrorizado, y le pidió una señal, a lo que Gabriel le respondió que se quedaría sin voz hasta que los acontecimientos que había predicho se produjeran; Zacarías se quedo mudo y no pudo explicarle nada a su esposa. SAN JUAN EL BAUTISTA El niño que nació en el seno de la familia formada por Zacarías e Isabel es conocido por todos nosotros como Juan el Bautista; fue el último de los profetas. Cuando era joven, Juan vivió como ermitaño en el desierto de Judea y, cuando rondaba la treintena, comenzó a predicar a orillas del rió Jordán contra los males existentes en aquel tiempo; animo a la gente a hacer penitencia y a bautizarse, diciendo que “el Rey de los Cielos esta cerca”. Un día, Jesús se acerco a Juan; al reconocerle como el Salvador que había estado anunciando, Juan le bautizo, diciendo: “Soy yo el que necesita ser bautizado por ti”. A continuación, se dirigió a Jesús como el “cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, y le reconoció como el Mesías. Juan inspiro a muchos de sus propios seguidores para que estos siguieran a Jesús. Temeroso del gran poder de Juan, Herodes Antipas le había y encarcelado en una fortaleza en el Mar Muerto; Juan había denunciado el matrimonio incestuoso de Herodes con Herodías, y fue decapitado como venganza a petición de Salome, hija de Herodías, que pidió su cabeza a cambio de bailar para Herodes. SANTA MARÍA MAGDALENA María Magdalena es también conocida “la penitente” debido a una historia que aparece en el Evangelio de Lucas que más tarde se le atribuyó: cuando Jesús fue a cenar a casa de un hombre poderoso, ella entró e inclinándose hacia sus pies, los lavó con sus lágrimas; seguidamente, los secó con su larga cabellera y los ungió con óleo. Jesús le dijo. “Tu fe te ha salvado; ve en paz”. María se dedico a servir a Jesús, y se mantuvo a los pies de la cruz cuando éste fue crucificado. Después de que el cuerpo de Jesús hubiera sido depositado en la tumba, María se dirigió a ella para ungirlo con especias, pero, al encontrar el cuerpo, comenzó a llorar; fue entonces cuando vio a alguien que le pareció ser el jardinero, y le pregunto si sabía dónde habían llevado el cuerpo de su amado Maestro. El extraño hablo en un tono de voz que ella conocía bien, y reconoció a Jesús, resucitadote la muerte. La leyenda cuenta que años después, María fue introducida en una barca sin vela ni remos con otros amigos cercanos a Jesús, que fueron enviados a la deriva allende los mares, llegando finalmente a la costa sur de Francia, donde María Magdalena pasó el resto de su vida meditando. Se dice que los Ángeles la alimentaban.
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