Tres métodos diferentes para desarrollar las potencialidades del cuerpo y del alma
Agentes físicos y quimicos
Aunque nuestro conocimiento del hombre sea todavía muy incompleto, nos da la capacidad para intervenir en la formación de su cuerpo y de su alma, para ayudarle a desarrollar todas sus potencialidades, y para modelarle según nuestros deseos, siempre que éstos no se alejen de las leyes naturales. Tenemos a nuestra disposición tres métodos diferentes. El primero consiste en hacer penetrar en el organismo sustancias químicas susceptibles de modificar la constitución de los tejidos, de los humores y de las glándulas, y las actividades mentales. El segundo, en poner a prueba por medio de modificaciones apropiadas del medio exterior, los mecanismos de la adaptación, reguladores de todas las actividades del cuerpo y de la conciencia. El tercero, en provocar estados mentales que favorezcan el desarrollo orgánico o determinen al individuo a construirse por sí mismo.. Estos métodos utilizan instrumentos de naturaleza física, química, fisiológica y psicológica. El manejo de esos instrumentos es difícil e incierto. Sus efectos, no se limitan a una sola parte del organismo, y se extienden a todos los sistemas. Actúan lentamente, aún durante la infancia y la juventud, y marcan al individuo con una impronta definitiva .
Los factores químicos y físicos del medio exterior, como se sabe, son capaces de modificar profundamente los tejidos y el espíritu. Para hacer a los hombres resistentes y osados, es preciso utilizar los largos inviernos de las montañas, los países de estaciones alternativamente ardientes y heladas, aquellos donde hay nieblas frías y poca luz, que están barridos por todos los huracanes y cuya tierra es pobre y está cubierta de rocas. En tales regiones se podrían colocar las escuelas destinadas a la formación de una élite dura y ardiente, y no en los países del Sur europeo, donde el sol siempre brilla y cuya temperatura es caliente e igual. La Riviera y la Florida (en los Estados Unidos) no convienen sino a los degenerados, a los enfermos, a los viejos y a los individuos normales que necesitan descansar durante un corto período. La energía moral, el equilibrio nervioso, la resistencia orgánica aumentan entre las personas expuestas a alternativas de calor y de frío, de sequedad y de humedad, de sol violento, de lluvia y de nieve, de viento y de niebla, en una palabra, a las intemperies ordinarias de las regiones septentrionales. La brutalidad del clima de la América del Norte, donde bajo el sol de España hay inviernos escandinavos, ha sido posiblemente una de las causas de la legendaria fuerza y de la intrepidez del yanqui de otros tiempos. Estos factores han perdido casi enteramente su eficacia, desde que los hombres se protegen contra la dureza del clima por la comodidad de sus casas y el sedentarismo de su vida.
Conocemos mal todavía el efecto de las sustancias químicas contenidas en los alimentos sobre las actividades fisiológicas y mentales. La opinión de los médicos en esta materia no tiene sino un valor muy débil, puesto que ellos no han hecho nunca experiencias bastante prolongadas en los seres humanos, para conocer la influencia de una alimentación determinada. Pero sabemos que, en el pasado, los hombres de nuestra raza que dominaron a sus grupos por la inteligencia, la brutalidad y el valor, se alimentaban sobre todo de carne, de harinas gruesas y de alcohol. Nuevas experiencias se necesitan para precisar la influencia de esos factores. Parece que por el tipo de la alimentación, por su cantidad y su calidad, se puede alcanzar tanto al cuerpo como al espíritu. Es probable que a aquellos cuyo destino es crear, emprender y mandar, la alimentación de los trabajadores manuales no les conviene, ni tampoco la de los monjes contemplativos que, viviendo en la paz de sus monasterios, tratan de ahogar en ellos las pasiones del siglo. Debemos descubrir cuál alimentación es preciso dar a los hombres modernos que vegetan en las oficinas y en las fábricas. Puede ser que resulte indispensable disminuir su sedentarismo, a fin de que no tomen los defectos de los animales domésticos.Ciertamente, no podríamos alimentarlos como a nuestros antepasadoscuya vida fue una lucha perpetua contra las cosas, los animales y sus semejantes. Pero no es con ayuda de vitaminas y de frutas con lo que se les mejorará: estas sustancias siempre se han encontrado en abundancia en la leche, la mantequilla, los cereales y las legumbres. Sin embargo, las poblaciones que ingieren tales aumentos no han manifestado hasta ahora cualidades excepcionales. Lo mismo pasa en los laboratorios con los animales sometidos a una alimentación teóricamente excelente. Necesitamos sustancias que sin aumentar el volumen del esqueleto y su peso, produzcan la liviandad y la fuerza de los músculos, la resistencia nerviosa, la agilidad espiritual. Un día, acaso, algún sabio encontrará el medio de producir grandes hombres con ayuda de niños corrientes, como las abejas transforman una larva común en reina con ayuda de alimentos que saben prepararle. Pero es probable que ningún factor físico o químico, por sí solo, haga progresar mucho al individuo: es un conjunto de variadas condiciones el que determina la superioridad de las formas orgánicas y mentales.
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