FILEMON AMIGO DE DIOS Y DEL PROJIMO.
La carta a Filemón echa las bases para la lucha por la libertad de los esclavos y establece el reino de la igualdad, y la libertad dentro de la Iglesia Cristiana, esa colectividad hermosa donde el rey y el mendigo se dan el titulo de “hermanos en el Señor”.
La breve carta revela que Filemón poseía múltiples cualidades cristianas a saber:
1. Colaborador muy amado de Pablo: “Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro” (Fil. 1). ¿En que consistió esta condición? En la predicación del evangelio por medio de la palabra y del ejemplo, como también en la colaboración económica para el desarrollo de los grandes planes concebidos en la mente y el corazón de Pablo. Gracias a estos colaboradores dadores voluntarios, los grandes planes se hacen realidad, las gentes conocen el evangelio y se benefician de las ganancias espirituales, morales y sociales que de ello se desprende.
2. La caridad para con los pobres era otra joya en el alma de Filemón: “Tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por tu, oh amado hermano, han sido confortados los corazones de los santos”. La palabra santo aquí podría referirse a creyentes pobres, como el caso de 1 Corintios 16.1, donde leemos “En cuanto a la colecta para los santos”.
3. Rico e influyente en su comunidad, Filemón se distinguió también por su obediencia: “Te escribo dice San Pablo confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aun más de lo que te digo”.
4. Hospedador: Tan viva era esta cualidad en el alma de Filemón que el apóstol le escribe: “Prepárame también alojamiento; porque espero que por vuestras oraciones os seré concebido” (1.22). tal sentimiento lo había llevado a ofrecer su casa como templo, un acto realmente heroico: “y a la iglesia que esta en tu casa” (Fil. 1.2-3).
5. El amor a Dios y el amor al prójimo eran dos experiencias vitales en el alma de Filemón: “Oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos”. Esto indica que el mandamiento de Cristo (“Amaras al Señor con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: “Amaras a tu prójimo como a ti mismo”) había echado raíces muy profundas en la vida de Filemón.
Amigo, colaborador, caritativo, rico, obediente, hospedador, amigo de Dios y del prójimo. A estas cualidades Filemón une la de la humanidad.
La carta a Filemón echa las bases para la lucha por la libertad de los esclavos y establece el reino de la igualdad, y la libertad dentro de la Iglesia Cristiana, esa colectividad hermosa donde el rey y el mendigo se dan el titulo de “hermanos en el Señor”.
La breve carta revela que Filemón poseía múltiples cualidades cristianas a saber:
1. Colaborador muy amado de Pablo: “Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro” (Fil. 1). ¿En que consistió esta condición? En la predicación del evangelio por medio de la palabra y del ejemplo, como también en la colaboración económica para el desarrollo de los grandes planes concebidos en la mente y el corazón de Pablo. Gracias a estos colaboradores dadores voluntarios, los grandes planes se hacen realidad, las gentes conocen el evangelio y se benefician de las ganancias espirituales, morales y sociales que de ello se desprende.
2. La caridad para con los pobres era otra joya en el alma de Filemón: “Tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por tu, oh amado hermano, han sido confortados los corazones de los santos”. La palabra santo aquí podría referirse a creyentes pobres, como el caso de 1 Corintios 16.1, donde leemos “En cuanto a la colecta para los santos”.
3. Rico e influyente en su comunidad, Filemón se distinguió también por su obediencia: “Te escribo dice San Pablo confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aun más de lo que te digo”.
4. Hospedador: Tan viva era esta cualidad en el alma de Filemón que el apóstol le escribe: “Prepárame también alojamiento; porque espero que por vuestras oraciones os seré concebido” (1.22). tal sentimiento lo había llevado a ofrecer su casa como templo, un acto realmente heroico: “y a la iglesia que esta en tu casa” (Fil. 1.2-3).
5. El amor a Dios y el amor al prójimo eran dos experiencias vitales en el alma de Filemón: “Oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos”. Esto indica que el mandamiento de Cristo (“Amaras al Señor con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: “Amaras a tu prójimo como a ti mismo”) había echado raíces muy profundas en la vida de Filemón.
Amigo, colaborador, caritativo, rico, obediente, hospedador, amigo de Dios y del prójimo. A estas cualidades Filemón une la de la humanidad.
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