ISAÍAS EL MEJOR ESCRITOR PROFETA.
Un genio cuyas raíces se hunden en la tierra, mientras su cerebro se sumerge en Dios. Isaías es, como lo afirma uno de sus biógrafos, “el mejor escritor hebreo entre los profetas”. Imposible que en una breve semblanza penetremos en el extenso libro que lleva el nombre del profeta, libro de variado estilo, temática diversa y prolongado en su periodo histórico.
Isaías se nos presenta en la soledad de un templo. Posiblemente fue a ese lugar para unos momentos de oración; fue cuando el templo estaba solo, sin adoradores, en hora diferente a las destinadas para el culto público. En esta poética soledad se le aparece Dios y se realiza el milagro de los milagros: la transformación total del hombre que busco a Dios en la soledad.
En la soledad del templo, después de haber visto a Dios, Isaías vio su propio ser, su yo, y la realidad del pueblo al cual pertenecía. Y dice: “Ay de mí que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han sido visto mis ojos al rey...”
Después de su conversión en la soledad del templo, Isaías vio la misión de su vida: su trabajo: “Heme aquí, envíame a mí” fue la respuesta del profeta al interrogante divino: “¿A quien enviare, y quien ira por nosotros?”. En seguida recibió el mensaje: “Anda y di a este pueblo.... y desde ese día Isaías fue un profeta de Dios en medio de los suyos.
Isaías pues, es un profeta de soledad: predica su mensaje ante una muchedumbre que va desapareciendo...y el profeta queda solo, ante un valle de huesos secos, como en el caso de Ezequiel.
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